
A veces nos sentimos alejados, juramos verdades falsas. La mayoría de nuestras tardes se nos pasan pensando en los futuros que todos quisimos tener, alucinando. Generamos fines de semanas imaginarios para combatir nuestro dolor de lunes, gracias a los domingos podemos llorar los viernes.
Traicionamos nuestras promesas de paz para llegar a la felicidad personal. Hay momentos donde entendemos ciertas líneas de canciones diarias, hay veces que sentimos que levitamos, que vemos borroso, pero son los chubascos de lluvia que nos caen encima, nuestras pupilas crecen, entendemos cosas diferentes, pensamos en ciertas fotos favoritas de diferente manera, se nos va la luz de la mente, entra nuestro corazón por un momento breve, lo necesario.
Brincamos hacia los a(brazos). Vemos los ojos de cerca, con miradas fijas, nos turnamos para ver el atardecer, nunca se acabará. La ilusión eterna que tenemos al despertar los lunes. Hacer sueños con solo la mirada, construir generaciones sólo con una sonrisa.
Trataremos de fingir ciertas cosas como las jeringas. Filos de arrepentimiento, escaleras sin fin, árboles sin junglas. Ciertos labios fueron hechos para entrelazarse con propósitos de enamoramiento, o de preocupación de no saber si seguirán ahí al próximo amanecer. Eso no lo decidimos nosotros. Se decide por la razón de extraños, la opinión de la excepción. Del rechazo estelar que terminó siendo nadie excepto un soñador que solo sigue llorando y buscando esperanzas escondidas en las canciones de Ed Maverick. Toma cierta edad para darse cuenta que ciertos sueños no se cumplen, se hacen.
Ayúdame a trabarme en esos regresos con la canción prohibida. Ayúdame a trabarme en el tiempo para que esa canción sea eterna.
Eugenio Gutiérrez, © 2023

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