
Fuera cierto la paz, la felicidad, el instante. Muchas veces pienso en nuestra noche, cuando todo se sentía correcto. Esa en la que nunca hablamos, lágrimas poéticas, sonrisas significativas, estrellas brillantes, suspiros de felicidad.
Parecía nuestro cumpleaños, el amor nos llenaba el fin de semana, nos miramos los domingos en la noche como si fuera jueves con asueto el viernes, estábamos a una distancia que no podíamos reconocer nuestras variaciones de suspiros, el suspiro lagrimoso.
Vi los ojos de ellas, de todas, mi pasión llenaba la luz de sus ojos, mi chaqueta causaba preocupación de moda, mi pelo transmitía sentimientos extraños. Sentíamos preocupación de parar de vernos.
Mis lentes tapaban las pocas lágrimas que escurrían sobre mi cachete izquierdo, dañaba la madera del suelo. Tenía ganas de estirar mis brazos y escogerte una estrella, la que más brillaba, la que más te haría feliz.
Inclinaste tu cabeza un poco a tu izquierda, te murmuraba lo que sentía, no me escuchaste, solo seguiste sonriendo. ¿Cómo debo expresar mis sentimientos? Con un abrazo largo, una mirada exagerada.
Cada vez que te veo pienso una cosa diferente, pienso en para quien te arreglaste tu pelo, para quien sonríes, quien te escribe a tu teléfono.
¿Qué tal si nos acompañamos?
¿Qué tal si bailamos una canción eterna?
Puede ser que las madrugadas sean para los locos, y los medios días para los débiles, y que los suspiros puedan mantener una emoción estable, que las nubes brillen, y que la luna explote al fondo de nuestro beso.
Fue así, fue triste, fue impresionante como los diciembres se van, uno por uno, los árboles no renacen, y tu mirada no cambia de color.
Ahí veía a todas, a todas las que les di mi pasión y mi alma, solo una me volteaba a ver, una con mirada brillosa, y con una sonrisa llena de flores, la que estaba vestida de felicidad, la que me sonreía de regreso, la única que no me daba la espalda, la que me prestaba su alma, y le regalaba mi corazón, la que seguía mis pasos, la que escuchaba mis historias, la que me ayudaba a lidiar mis problemas…que tenía con ella.
La única que me abrazaba, la tenía de frente, la tenía a mi lado, para nuestra navegación emocional.
La tenía de frente, a una distancia alcanzable.
Eugenio Gutiérrez, ®2023

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