
Tanta dualidad en 24 horas. Una mirada que ofrece tanto, que dure hasta sangrar. Tanto sufrir en 24 horas, tanto dolor en las diferentes formas que el sol le puede pegar su cuerpo. Quisiera un día entero para verla. 24 horas para ti. Prefiero vivir esas contigo que una vida completa con tu sombra. Donde pueda decir la verdad y acomodarte el cabello.
Algunos instantes para denunciar el tiempo por tardarse tanto en provocar en que nos miráramos. Una intercambio que compartimos te dió más gusto que cualquier collar costoso que te regala tu novio. Ves en mi algo que no sé si exista. Quisieras tener conversaciones conmigo que no sé si tendría las palabras necesarias para ladrar una respuesta digna. Sé que dudarías de cada mural que mancho con mi grito. Sé que estarías harta de mi respiro.
Sé que tienes tatuadas en los hombros palabras que alguna vez tu padre gritó. Sé que quisieras ir de sabático. Sé que odias los martes, porque ese día, en la noche, dudo de todo lo que me dices y de la realidad de tus besos, y pienso, un poco en cada flama que te rodea el cuerpo y como me quemo al tocarte. Tengo todo el cuerpo quemado. Sé que te quisieras ofrecer para darme injertos. Sé que dejarías todo para visitarme al hospital. Ahí siempre es martes. Ahí me mandas cada vez que parpadeas. Me lleno la ropa de rebaba. Porto clavos en la espalda. Me dirijo al trabajo sin saber que estudié. Sé que entre tus brazos me acordaría mejor. Me levanto todos las mañanas esperando que sea el día en que llegue la noticia que me cambie la vida. Pero quizá no es sobre eso. Quizá todos estamos mal, nadie acierte a la pregunta más cautivadora de la casa de la abuela. ¿Cuál es el propósito de la vida? Todos estamos mal. Todos tenemos historias diferentes o explicaciones plagiadas. Todos tenemos un motivo diferente, todos tenemos una imagen diferente en la mente al momento que suena la alarma el lunes. Queremos todo, y ni decimos por favor. El propósito de la vida es encontrar momentos, fotografías, recuerdos, chispas en donde todo suele pasar más lento de lo habitual. Eso es vivir. Recibir noticias de tu hermana que va a ser madre, ir todos los domingos a la tumba de tu padre a decirle las cosas que portas en la gabardina. Llorar con tu pareja por primera vez desde que eras niño. Bailar y fingir que sabes que estás haciendo. Romperte la voz por querer imitar a Juan Gabriel. Mudarme de vez en cuando y verle el rostro a los días fríos.
Lento. Así debe ser la vida. Todo lento. Sentir la brisa lenta murmurar mi futuro al oler la voz de la chica que guarda girasoles en el cabello.
Eugenio Gutiérrez, ©2025

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