
Soñé que la besé y no tuve problemas. Su canto me hizo levitar y pude controlar toda la tierra con un bostezo
Soñé que me solucionaba el problema que tengo al abrir los ojos todas las mañanas a las 5:57 am.
Soñé que yo era el problema, quizá la solución está en soñar así todos los días.
Soñé que la lluvia causaba alguna acción romántica con una rola de Chicago de fondo.
Soñé que la respuesta está en la cumbre más alta. (Está en el pozo más hondo)
Que fácilmente puedes fingir olvidar.
Que sabía decir te amo sin temblar.
Que la simpleza aturdía hasta el punto de sonreír.
Que al prójimo ya no se le habla en usted.
Que las últimas despedidas son prolongadas por abrazos duraderos.
Que el tiempo no existe, los relojes solo indican temperatura.
Que tuve el valor para decir algunas letras compuestas para hacer sentir especial a una mujer que duerme en los astros.
Que tuve el valor de no mentir a la cara.
Que me tomé el invierno para pensar en qué rincón de tu sonrisa me quiero acomodar.
Que nos hablábamos en un lenguaje que solo tú y yo podíamos entender, nos enamorábamos y nadie lo sabía.
Que ignorábamos todos los pretextos.
Soñé que nos besábamos en la lavandería, reíamos como niños, el cuarto se llenaba de burbujas y lo único que podía ver era tus labios buscando regresar, a donde siempre quisieron estar.
Ahora despierto y me la paso ahí esperándote, oliendo a detergente y suavitel.
Eugenio Gutiérrez, ©2025

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