Martes de insomnio

Eugenio Gutiérrez


Sierras filosas y clavículas andantes

Vamos, vamos sin importar que sea lunes. A el cerro lodoso, a ese donde tus tobillos se reflejan solo un poco más que en esta mierda contaminada. 

En esta ciudad hasta las miradas cuestan, las sonrisas son ignoradas, el agua ya no es clara, tu pelo purifica miradas, tus hombros de alguna forma me alteran el comportamiento. 

El punto más alto del cielo nos llama, quiere ser testigo de nuestro baile de chispas de navidad entre la cadera, de brisas que te entierran las agujas necesarias para derrumbarte. Me sorprende con sus pelvis, me mira con sus cejas, me llama con sus pasos celestiales. Su vestido hace que mi saco se vea como un uniforme escolar. 

Sobre ciertos temas solo puedo sonreír. Estar a un paso de la muerte enseñándole mis encías descoloridas.

Hay ciertos momentos en la oscuridad que todo está claro. Las sombras ya no persiguen a los que cargan miseria, ahora  persiguen a los que las evitan. Le invito un trago a la soledad, (sólo quiere alguien con quien hablar).

El cielo hoy tiene un tono de gris pre-evento importante. El cielo de un concierto. Un domingo amargado cambia cuando se acerca el momento en que abres los ojos. 

El mundo entero no importa, lo más importante lo siento en mi hombro. Siento una fortuna de los días nublados, un regalo de la lluvia delgada, un favor de las sequías. Toda la tierra te mira a ti, solo te puedes fijar en la manera que te dañan la espalda. Las rimas que escondes en tus pupilas me dicen que huyas de tu celular, que corras con este loco que tanto te sonríe con los ojos.

Eugenio Gutiérrez, © 2023



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Sobre Mí

Soy Eugenio Gutiérrez y mis ojos están llenos de historias.

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