Martes de insomnio

Eugenio Gutiérrez


Esa pregunta matadora

Corremos hacía cualquier destino, sin preocuparnos si un monstruo nos persigue, sólo veo tus talones que me guían el próximo paso, encontramos un cerro, seguimos corriendo en un bosque verde y grande como si tuviéramos siete años.

De pronto me encuentro en un baile de los cincuentas, un poco oscuro, con globos azules y Paul Anka sonando desde el cielo, volteé hacia abajo y tus brazos estaban sobre mis hombros, y en tu muñeca se encontraba una rosa que parecía que te había regalado, no tuve tiempo de besarte cuando de pronto tu lo hiciste, y sonó nuestra canción, “Earth Angel”, esa que me hace sentir que soy George McFly, y tú Lorraine, de pronto hice un saludo a nuestro próximo hijo tocando la guitarra, se veía confundido, con una Les Paul roja, un saco que parecía tapete, bailábamos felices. Te arreglé el cabello que tenías suelto cerca de la frente, mientras te decía que esta canción será la de nuestra boda, y antes de que me pudieras contestar, todo desapareció.

Me encontré en una colina inglesa, con una barba café, larga, y un sombrero loco, te acercabas, en mi mano derecha cargaba una canasta de picnic, buscábamos un lugar aislado, hasta la cima de un pequeño cerro lleno de pasto idéntico, y a medio almuerzo veíamos una media docena de señores ingleses haciendo desmadre, parecía que llevaban dos semanas drogados, grabando un video y cantando una canción sobre campos de fresas. 

Después de un parpadeo me encuentro en un concierto al lado de ti, era PXNDX, el MTV Unplugged, escuchaba la canción de “Procedimientos para llegar a un común acuerdo”, volteé a verte para darme cuenta que estabas a punto de darme un golpe en la cara, acaso te hice algo, o la canción de Panda te causó tanto dolor, o fue como me vestí, o mis zapatos inundados  de lodo.

Regresé a lo que pensé que era el presente, estaba en un rancho que parecía del centro de Estados Unidos, volteé a ver mis manos para darme cuenta que estaban quemadas y viejas, usadas, maltratadas por plumas, en el estudio había millones de libretas llenas de letras solitarias. Al salir al porche te veía a ti, también vieja, en una mecedora blanca viendo al atardecer, viendo a las plantas de trigo moverse de un lado al otro, y me veías a mi a punto de llorar.

De nuevo todo desapareció y  otra vez te vi, pero ahora todo era más calmado, solo escuchaba una canción, “Siempreestoypati», no veía nada, ni el piso, ni el cielo, sólo a ti , y me hacías una pregunta como si la hubieras repetido mil veces, ¿Que harías ahora si te beso?

Eugenio Gutiérrez, © 2023



Deja un comentario

Sobre Mí

Soy Eugenio Gutiérrez y mis ojos están llenos de historias.

Newsletter