Martes de insomnio

Eugenio Gutiérrez


Anomalías

Me quedo despierto por tanto tiempo pensando en que es eso mismo, que es lo que me deja despierto, dudo, pero en verdad siempre sé que es. Es el sol con ojos, con la capacidad de abrazar. Me sale una sonrisa cada vez que pienso cuando me veas sonreír por verte a ti. No lo puedes evitar, sientes la misma presencia invisible cuando el pensamiento no te deja dormir, esa presencia que te deja todo lo necesario en la forma de tres fotos en “favoritos”, con una canción de Ed Maverick. Esa ilusión que crea poemas y dudas. Acaso cambiamos cada domingo, para querer ser genial cuando llegan los martes tocando la puerta principal.

Hoy será el primer día que intento saber de dónde viene todo lo nocturno, de que ojos veo las historias, de qué sonrisa me quedo trabado. 

Lágrimas y lágrimas de memorias y promesas falsas, de fuerzas que atraen a dos pares de ojos que nunca parpadeen y a qué los cuarenta y dos dientes nunca se escondan detrás de los labios.

Júrame que nunca verás mi alma como algo falso, que nunca malinterpretarás mis brazos. Me imagino a nosotros dos caminando en la montaña, mi palma tratando de acercarse a tus dedos mágicos. Me llamabas con tus ojos, me dabas miradas, me decías toda mi vida con un parpadeo. Nunca se acabaron las brechas, caminamos por la eternidad, solo te veía ti con el fondo de la ciudad brillante, veía tantos futuros que se pueden crear fácilmente. Las calles se hacían gradualmente más chicas para que estuvieras más cerca de mi. El viento pasaba tan rápido sobre mi rostro, solo me enfocaba en una sola cosa. El viento tapaba tu cara, intentabas fingir que en ese momento no me amabas. 

La oscuridad nunca nos afectó, se me quitó el miedo de pensar que había alguien atrás de mi, por un segundo se me quitó el miedo de morir, sabiendo que finalmente habías encontrado mis ojos. Mayo nunca fue un buen mes para fingir amores, o evitarlos. Llamas a tantas miradas con tu rostro, el cielo lentamente te empieza a iluminar, me fijo en ti más y más. 

La canción que querías, era la que siempre sonaba en mi mente, tu risa en mi mente, tu felicidad tan especial, veía energía salir de tu cuerpo cuando hablabas. ¿Te acordarás de todas las historias que te regalo? O te las tatuarás en el muslo para que solo tú puedas ver todo el sueño que me haces perder. Pero el tiempo que piense en ti nunca será un desperdicio. Siempre relacionaré tus ojos con las millones de estrellas que me causan que escriba de eso mismo, de las verdades que me niego a aceptar.. Empiezo a levitar cuando me acerco a tu sombra, mis pupilas se retraen por la luz de amor que sale de tu sonrisa.

Corremos, como si tuviéramos una atracción magnética, corremos porque no queremos que se acabe el momento, corro mientras que bombardeo gotas de lágrimas en las calles. Suena Bruce Springsteen, cada palabra de la canción me deja una sensación nueva, mejor que la anterior. No me canso de correr  a un destino indispensable para respirar, uno con ojos que rompen corazones, que inician civilizaciones, que no saben la locura que me metieron.

Ayúdame a alinearnos, a entender los amores repentinos que tenemos. Cada vez que veo el atardecer me acuerdo de la primera vez que me dijiste abrázame. Lo de locos es no intentar amar, no intentar por lo menos algo que podría ser, y dejarlo como un arrepentimiento. Sé que tus sonrisas solo van dirigidas hacia una persona, pero nunca entiendes que todas las veces que enseño mis dientes, van para tus ojos, para que veas que tanto insomnio me das. Gracias a ti me siento especial en los atardeceres, tus pasos los escucho con placer, porque se que van hacia mi. 

Te cuento de todas las frases que me llegan los viernes en la tarde, de la falta que me haces, del camino de dos metros que se abre cuando te veo, un camino que me lleva al gozo especial que se que nunca se repetirá.

Eugenio Gutiérrez, ®2023



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Sobre Mí

Soy Eugenio Gutiérrez y mis ojos están llenos de historias.

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