
De las sillas a los saludos, cada causa de nuestros problemas termina siendo nuestra solución, cada palabra soltada con emociones negativas se convierten en poemas y palabras que usas en tu diario. Devuelve todas las miradas malas, y multiplica los abrazos, ese momento en que tu cadera tocó la mía, me sentí alegre, me sentí con ganas de correr alrededor de todo el universo, me diste la sensación de cien lágrimas de felicidad.
Fuera de nuestras miradas, no hacemos contacto, nos miramos con sensaciones diferentes, cada vez es algo nuevo, nos leemos los ojos, me cuentas tu semana con solo una mirada. Aspiro tener esos momentos de tranquilidad, de paz, de esperanza continua en forma de dos ojos, y de la bella cara que los rodea.
Veíamos en frente de nosotros toda nuestra vida, veíamos nuestros futuros, pero más que nada, nos veíamos a nosotros mismos, no dependíamos del futuro ya escrito, dependíamos de nuestra felicidad. Veíamos todo cómo balacera externa, choques a lo lejos, veía bombas explotar por el reflejo de tus ojos.
Te miraba como si fuera la primera y última vez, tenía más ganas de hacer contacto con tu cadera de lo normal, era inevitable, te busqué y te busco por todas las esquinas de mi mente, a ver si te encuentro.
Nuestras grandes miradas, nuestras increíbles historias, tu risa, con mi mirada de asombro, y nuestras caderas chocando, me acercaba para oler a tu perfume, lentamente, para oler a nuestras memorias pasadas, las buenas.
Eugenio Gutiérrez, ® 2023

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